El Profesor Moriarty de la realidad – Adam Worth

Sendas del viento  /  Personajes  /  El Profesor Moriarty de la realidad – Adam Worth
El Profesor Moriarty de la realidad – Adam Worth - Sendas del viento

Uno de los autores más importantes de la historia moderna es sin duda Sir Arthur Conan Doyle. Y como ocurre habitualmente con los artistas, en este caso literarios, muchos tienen sus fuentes de inspiración. Eso es lo que según todo el mundo cree, ocurrió con el personaje de ficción el profesor Moriarty (James Moriarty), inspirado en el famoso criminal Adam Worth.

El profesor Moriarty es un personaje de archiconocida serie de novelas protagonizadas por el famoso detective londinense Sherlock Holmes. En las novelas, este personaje es el principal antagonista del detective, convirtiéndose a lo largo de la historia, y para los propios seguidores de la misma, en una pieza fundamental y de gran carisma dentro de la obra. Pero no menos fue el hombre en el que está basado el personaje, llegando incluso a ser conocido como “el Napoleón del crimen”.

Adam Worth fue un criminal de origen alemán, pero creció en Nueva York donde comenzó su fama como ladrón de bancos y cajas fuertes. La propia Scotland Yard fue quien le puso el apodo por el que es conocido. Sus origen fueron humildes, en una familia judía, a los pocos años su familia se trasladó a Estados Unidos y se asentó en Massachusetts. En su juventud se alisto al Ejército durante la guerra civil Americana, donde alcanzo el rango de Sargento y posteriormente dado por caído tras una batalla en 1862. Pero la realidad resulto que dejo el hospital sin dejar rastro, y ahí empezó su carrera como bounty jumper.

Un bounty jumper era como se conocía a las personas que se alistaban al ejército con el único propósito de obtener sus pagas y desertar una vez recibidas estas, utilizando identidades falsas para ir realizando esta misma acción una vez tras otra.

El principio de la carrera criminal de Adam Worth y por la que fue conocido comenzó en Nueva York. Primero como carterista y posteriormente organizando su propia banda. En pocos años, paso de ser un bounty jumper, a realizar junto a su banda el atracto a la cámara acorazada del banco nacional en Boston. Este atraco hizo poner a la agencia de detectives Pinkerton bajo su radar y Worth decidió huir a Europa.

En 1869 llego a Londres donde comenzaría una nueva vida dentro del mundo criminal junto a su compañero Charles Bullard. Adopto la identidad de Henry J. Raymond, un fallecido editor del New York Times y a partir de ese momento sus crímenes se extendieron por todo el mundo, hasta llegar a Port Elizabeth, en Sudáfrica, donde robo 500.000 $ en diamantes. Algo que si era normal en todos sus crímenes es que nunca, se producía un derramamiento de sangre, eran perfectos, y sin pruebas que le relacionarán con ellos.

En 1873, Allan Pinkerton estuvo cerca de atrapar a Adam Worth en París, momento en el que se produjeron numerosas redadas donde la banda que Worth había creado en los dos últimos años en la misma ciudad fue detenida, e hizo que Worth tuviera que volver camino a Inglaterra. Posteriormente se estableció de nuevo en Londres donde se convirtió en un maestro del crimen tal y como es recordado en la actualidad. Sus trabajos aumentaban en dificultad, y sus botines eran cada vez más destacados, pero también era más difícil que estos fueron tan perfectos.

Varios fueron los problemas que surgieron en su carrera a partir de entonces, como el arresto de su hermano John, el alcoholismo de su compañero Charles Bullard, y el abandono junto con Charles de Katty, mujer de este, pero que también estuvo relacionada con Adam y con la que se cree que alguno de los dos hijos esta tuvo con Charles podrían ser en realidad de Worth.

Finalmente en 1892, y tras un frustrado intento para robar un camión de transporte con dinero en Bélgica, Adam Worth fue arrestado. En un primer momento la policía fue incapaz de comprobar su identidad, pero la policía de Nueva York y Scotland Yard lo identificaron como Worth (no así los Pinkertons que no dijeron nada al respecto). Pese a todo, no fue posible culparle de nada más que el robo frustrado al camión y le condenaron a 7 años de cárcel.

En  1897 lo liberaron por buena conducta y en 1898 Adam Worth volvió a Nueva York para reunirse con sus hijos (un hijo y una hija de un matrimonio con Louise Margaret Boljahn), quienes tras su envío a prisión habían ido con el hermano de Worth a Nueva York. Allí Adam acudió a la Agencia de detectives Pinkerton donde mantuvo una reunión con el actual jefe de la agencia William Pinkerton en la cual por una parte acordó la devolución de algunos de sus botines robados años atrás y por otra permitió que su hijo se convirtiera en detective para los Pinkerton. En 1902 falleció bajo el nombre que adopto cuando regreso a Europa, Henry J. Raymond.

Su astucia, los crímenes perfectos y su  extensa carrera en Londres, además de conseguir siempre poner a un gran número de personas a su disposición allá donde comenzará su carrera lo convirtieron a Adam Worth en el Napoleón del crimen. Una vez conocida su historia, se entiende la relación con el personaje de Sir Arthur Conan Doyle del profesor Moriarty. Está información según algunas fuentes solo fue una vez confirmada por el propio Conan Doyle con el Doctor Gray C. Briggs, quien a su vez se la conto a Vicent Starret quien la publico en el periodico Chicado Sunday Tribune en el año 1943. Pero para creerlo, hay que considerar fiable la fuente, y considerar que la similitud entre los personajes, es también suficiente para afirmarlo.

En las Sendas del viento lo sabemos, que la literatura siempre nos aporta grandes personajes como el profesor Moriarty, y muchas veces estos no son más que reflejos de personas de carne y hueso como Adam Worth, donde incluso su propia historia como se dice en ciertas ocasiones “la realidad supera a la ficción”.

Sendas del Viento.  Historias y personajes que pudiste oír, pero nunca llegaste a escuchar.

Categoría:
  Personajes
Sobre el autor

Francisco José Guerra

Ingeniero informático de formación, pero SEO de profesión. Desde pequeño, cada curiosidad o historia que me llamaba la atención, fue haciéndose un hueco en mi cabeza. Y aquí es donde las dejo por escrito.

Dejar una respuesta

Tu email no será publicado.