La apariencia nace del corazón

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La mujer del César no solo debe serlo, sino parecerlo.

Estas palabras fueron dichas por Cayo Julio César cuando las matronas del patriarcado romano, le suplicaron no separarse de su mujer. ¿Su pecado? Presenciar una Saturnalia, “orgía desenfrenada” y que recoge la RAE en el término Saturnal.

Porque no es solamente una cuestión cómo ser, sino también una cuestión de parecerlo. Y para ello las acciones y cómo ver el mundo con parte importante de ello.

Quizás Julio César conocía la historia china de Su Dongpo, aunque es bastante poco probable. Pero su pensamiento sí que concuerda con el de este joven. Porque al parecer, ambos venían en la apariencia a un estiércol de vaca.

 

¿Qué quiere decir que la apariencia nace del corazón?

相由心生(xiāng yóu xīn shēng) sería lo que conoceríamos en castellano como “la apariencia surge de la mente”, aunque también podría ser traducido como “la apariencia se convierte en el alma”. Aunque prefiero quedarme con su significado literal “la apariencia nace del corazón”.

La historia original tiene como protagonista al joven Su Dongpo, perteneciente a la dinastía Song, gobernante de china entre 960 y 1279. Aunque su origen se remonta al Guiguzi. Una agrupación de textos escritos, por un escritor/es desconocidos al final de la dinastía Han que trataban sobre asuntos políticos, y el pensamiento Daoísta.

Años después, fue adaptada en la dinastía Song, en el “Ensayo sobre la mente y la apariencia”, escrito por el daoísta Chen Xiyi.

En ella el joven se traslada a meditar a un templo con el monje Foyin. Tras terminar el periodo de meditación, el joven preguntó al monje cómo lo había visto durante la meditación. A lo que Foyin respondió:

¡Parecías una estatua de buda muy solemne!

A continuación, fue el propio monje, quien le preguntó al joven cómo lo había visto mientras meditaba. A lo que este respondió de manera bien distinta a la de su maestro:

¡Te veías como un montón de estiércol de vaca!

Sobre lo que el monje no dijo nada. Ni un gesto de enfado. Esto hizo pensar el joven Su, que había vencido al monje, y que estaba por encima de este.

Al volver a casa, le contó lo sucedido a su hermana Su Xiaomei, quien hizo ver a su hermano, que estaba más que equivocado con respeto a su percepción de los sucedió.

Mi querido hermano, has perdido. Foyin tiene el corazón de un buda, así que te vio como un Buda. Tú lo veías a él con un corazón de estiércol de vaca, por lo que viste sólo estiércol de vaca.

Estas palabras hicieron pensar a Su Dongpo, quien se dio cuenta de que su hermana realmente tenía razón. El monje, pese a haber sido tratado injustamente por él, no se enfadó ni dijo nada al respecto. Siendo siempre capaz de mantener la bondad en su corazón.

La mente decide, como vemos a los demás

Una mente positiva, podrá ver a los demás con bondad. Una mente egoísta o confiada, podrá hacer que los demás parezcan estiércol.

Sin la compasión o la bondad, no seremos capaces de ver las cosas de una forma positiva, u ofrecer respuestas constructivas.

Quizás por esto, el propio Cayo Julio César, no fue capaz de ver la bondad en los actos de su mujer, y se quedó con solo aquello que su mente le dijo. Sin ver que quizás detrás de aquellos actos, no había un acto de maldad o de perjuicio.

Pero la historia así fue escrita, y no valdrá de nada pensar lo que pudo haber sido. Sin embargo, nosotros sí que podemos aprender del monje Foyin. Y ser capaces de ver en los demás, lo que nuestra mente realmente nos quiera trasladar de ellos.

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Sobre el autor

Francisco José Guerra

Ingeniero informático de formación, pero SEO de profesión. Desde pequeño, cada curiosidad o historia que me llamaba la atención, fue haciéndose un hueco en mi cabeza. Y aquí es donde las dejo por escrito.

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