Los 7 dioses de la fortuna de Japón
La cultura japonesa está impregnada de simbolismos, tradiciones y mitologías que reflejan su rica historia espiritual. Uno de los grupos de deidades japonesas más conocidos son los Siete Dioses de la Fortuna, que encarnan aspectos clave del bienestar humano, desde la riqueza y la longevidad hasta la felicidad y la prosperidad.
En este grupo destaca por encima de todos el nombre de Bishamon, el protector y guerrero que simboliza el triunfo y la seguridad frente al caos.
El dios Bishamon
Bishmamon, también conocido como Bishamonten, o Tamonten, es la figura central dentro de los Siete Dioses de la Fortuna.
Su origen se encuentra en el budismo como Vaisravana, el protector de la riqueza celestial y comandante de los guardianes de las cuatro direcciones (Lokapala). Su nombre, derivado del sánscrito, significa «El que escucha todo». Este epíteto refleja su capacidad para observar el mundo y proteger a los virtuosos contra las fuerzas malignas.
En Japón, la figura de Vaisravana evolucionó hacia Bishamonten bajo la influencia del sintoísmo y el budismo esotérico (Mikkyō).
Bishamon es considerado un protector de los justos y un enemigo feroz de las fuerzas del mal. Se le atribuyen historias de valientes guerreros que obtuvieron su favor y la victoria en combate gracias a su devoción. Es también el dios que otorga seguridad y fortaleza a quienes enfrentan adversidades.
Los 7 Dioses de la Fortuna
Los Siete Dioses de la Fortuna, también llamados Shichifukujin son un grupo de deidades que combinan influencias del budismo, el sintoísmo, el taoísmo y el hinduismo. Cada uno de ellos representa un aspecto de la fortuna o la virtud:
- Ebisu: El único de origen puramente japonés. Es el dios de los pescadores, los comerciantes y la abundancia en los negocios. Se le representa con una caña de pescar y un pez tai, símbolo de la buena suerte.
- Daikokuten: Adaptado del dios hindú Mahākāla, es el dios de la riqueza, el comercio y la cosecha. Su saco de tesoros y su mazo mágico lo convierten en un símbolo de prosperidad inagotable.
- Benzaiten: Única mujer del grupo, es la diosa de la música, las artes y la sabiduría. Inspirada en la deidad hindú Saraswati, su presencia enfatiza la importancia de la creatividad y el conocimiento.
- Fukurokuju: Dios de la longevidad y la sabiduría. Es representado con una frente prominente, un símbolo de su profundo conocimiento y su conexión con la inmortalidad.
- Hotei: El «Buda sonriente» es el dios de la felicidad y la abundancia. Su imagen con un saco lleno de tesoros representa la alegría y la generosidad.
- Jurojin: Otro dios de la longevidad, personifica la salud y la sabiduría acumuladas con la edad. Su bastón y su pergamino reflejan su conocimiento.
- Bishamonten: Dios de la guerra, la protección y el triunfo. Proveniente del budismo como Vaisravana, guarda un papel especial como defensor del bien y distribuidor de justicia.
Tradiciones Asociadas
En Japón, los Siete Dioses de la Fortuna tienen un papel destacado en festividades como el Año Nuevo, donde la tradición de recibir su bendición asegura un ciclo próspero. Peregrinar a templos dedicados a cada deidad es una práctica habitual, especialmente en rutas famosas como la de Enoshima.
El templo Narita-san Shinshoji, en Chiba, está entre los lugares más destacados para venerar a Bishamon. Se celebra su festividad con rituales que refuerzan la conexión entre los fieles y esta deidad protectora.
Su legado en la cultura popular
Los Siete Dioses de la Fortuna han encontrado su camino en la cultura contemporánea. Desde amuletos de la suerte en forma de Ebisu hasta la representación de Bishamon en series como Noragami, estas deidades se mantienen vivas en el imaginario japonés. Su legado combina lo tradicional con lo moderno, reforzando su relevancia como símbolos culturales.
Los Siete Dioses de la Fortuna, con Bishamon como su guerrero protector, representan una visión profunda y espiritual de la vida en Japón. Su influencia no solo guía a quienes buscan prosperidad y longevidad, sino que también refuerza la importancia del equilibrio y la justicia. Explorar sus historias es adentrarse en una parte esencial del alma japonesa, que sigue viva en templos, festivales y corazones.
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