¿Quién inventó el cálculo? ¿Newton o Leibniz?
Un salón en penumbra. Dos nombres escritos en los márgenes de la historia, como si fueran notas al pie que nadie se atrevió a borrar. Por un lado, Isaac Newton, el hombre encerrado en su torre de Cambridge, desconfiado del mundo, obsesionado con poner orden al universo. Por otro, Gottfried Wilhelm Leibniz, viajero incansable, filósofo de lo imposible, convencido de que la razón podía traducirse en símbolos.
Ambos, sin saberlo, estaban levantando los mismos cimientos: el cálculo. Pero no se trataba solo de matemáticas, ni de quién llegó primero. Era una cuestión de orgullo. De reputación. De humanidad.
Durante siglos, la pregunta fue simple: ¿quién lo inventó? Pero la respuesta… nunca lo fue. Porque en esta historia no solo se cruzan fórmulas y teoremas, sino egos, cartas filtradas y silencios ensordecedores. Una guerra fría entre genios que terminó por dividir a Europa en dos formas de pensar, dos formas de escribir la historia.
¿El origen del cálculo?
El cálculo no surgió de la nada. A finales del siglo XVII, la humanidad enfrentaba un desafío: entender cómo cambian las cosas. Desde los movimientos de los planetas hasta la curva de una gota de agua, los científicos necesitaban herramientas para describir el cambio continuo. Aquí es donde entra en juego el cálculo diferencial e integral, un lenguaje matemático que permite calcular tasas de cambio y áreas bajo curvas. Pero ¿Quién lo inventó? La respuesta no es simple.
Newton y Leibniz, dos mentes distintas, llegaron al mismo lugar desde caminos diferentes. Newton, obsesionado con la física y la astronomía, desarrolló su versión del cálculo para explicar la ley de la gravedad.
Por otro lado, Leibniz, un filósofo y matemático alemán, buscaba un sistema universal para la lógica y las ciencias. Ambos trabajaron en secreto, sin conocer las ideas del otro, y publicaron sus descubrimientos casi al mismo tiempo.
Método de fluxiones o dx/dy
Aunque ambos llegaron al mismo resultado, sus enfoques y notaciones fueron radicalmente distintos. Newton llamó a su cálculo “método de las fluxiones”, describiendo magnitudes que cambian con el tiempo. Usaba puntos sobre variables (por ejemplo, ẋ) para representar derivadas. Leibniz, en cambio, creó un sistema simbólico más intuitivo: dx/dy para derivadas y ∫ para integrales. Su notación, más clara y flexible, se impuso en el mundo científico.
Anécdota: En 1675, Leibniz escribió en su diario: “Calculo differentialis” (cálculo diferencial), un término que se convertiría en estándar. Newton, por su parte, criticó la notación de Leibniz como “confusa”, pero su propio sistema era difícil de entender para otros matemáticos.
Celos y Acusaciones
La rivalidad estalló en 1699, cuando un miembro de la Royal Society acusó a Leibniz de haber plagiado los trabajos de Newton. Newton, ya enojado por la crítica, usó su influencia para investigar. En 1711, la Sociedad publicó un informe que culpó a Leibniz, aunque sin pruebas concluyentes. Leibniz, al enterarse, respondió con una carta furiosa: “No soy un ladrón, soy un inventor” (traducción libre).
¿Cómo llegó Leibniz a sus ideas? En 1672, visitó París y conoció a matemáticos franceses, pero no a Newton. Sin embargo, en 1676, recibió una carta de Newton con algunos conceptos clave, escrita en un lenguaje cifrado. ¿Fue suficiente para inspirar a Leibniz? Los historiadores aún debaten si hubo influencia directa.
¿Quién inventó primero el cálculo?
Hoy sabemos que ambos inventaron el cálculo de forma independiente. Newton comenzó en 1665, durante la peste en Londres, mientras Leibniz lo desarrolló entre 1674 y 1676. Sin embargo, Newton publicó primero, pero en documentos privados. Leibniz, por su parte, publicó en 1684, en una revista alemana.
En 1704, Newton incluyó una nota en uno de sus libros: “El cálculo es mío, y Leibniz solo lo redescubrió”. Esta afirmación, sin evidencia, alimentó el mito de su primacía.
Leibniz nunca reconoció públicamente a Newton como coautor. En cambio, insistió en que su notación era superior y que el cálculo era un logro colectivo.
El cálculo, un lenguaje universal
A pesar de la guerra, el cálculo se convirtió en el lenguaje de la ciencia moderna. La notación de Leibniz, con su claridad, se adoptó en todo el mundo, mientras que las ideas de Newton sobre física y cálculo se combinaron para formar la base de la ingeniería.
La historia de Newton y Leibniz nos enseña que el progreso no siempre es lineal. La competencia puede impulsar descubrimientos, pero también puede oscurecer la verdad. Hoy, el cálculo es una herramienta universal, pero su origen es un recordatorio de que el conocimiento es colectivo, aunque los genios lo forjen.
Conclusión
La guerra de genios entre Newton y Leibniz no solo resuelve la pregunta de quién inventó el cálculo, sino que revela cómo la historia a menudo se escribe desde la perspectiva del poder. Newton, con su influencia, ganó la batalla de la reputación, pero Leibniz, con su notación, ganó la batalla de la utilidad.
En la actualidad, el cálculo es una herramienta esencial en la ciencia y la tecnología. Sin embargo, su historia nos recuerda que la innovación surge de la colaboración, no de la competencia. En un mundo donde la inteligencia artificial y la ciencia de datos dominan, el legado de estos dos matemáticos sigue siendo relevante: nos enseña que el conocimiento no tiene dueño, pero sí creadores.
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