La espada de Damocles
La espada de Damocles es una de esas frases cuyo origen no es histórico, sino que tiene su origen en leyendas o en la mitología. La duda es lícita, pues si bien se cree que estamos ante una leyenda popular, otros sin embargo creen que estamos ante una anécdota ocurrida en la mitología griega. Y no hay prueba evidente que dé como ciertas alguna de las dos.
Sea como fuere nuestra anécdota moral, que es ante lo que estamos, se localiza en la Historia de Sicilia, contada por Timeo de Tauromenio, un historiador griego. Su nacimiento ocurre durante aproximadamente el 316 a.C, cuando el tirano Agatocle se hace con el poder de la ciudad y Timeo de Tuaromenio se ve obligado huir de la ciudad y exiliarse en Atenas.
En la leyenda, Damocles es un cortesano del rey Dionisio “el viejo”, un tirano gobernante de Siracusa del siglo IV a.C. que se caracterizaba por ser un constante adulador y envidioso de los lujos y comodidades en los que el rey vivía su día a día. Para Damocles, su rey era una persona con una enorme suerte que podía disfrutar de todos los placeres deseados por el hecho de ser rey. Tales eran sus pensamientos que un buen día se los traslado al propio rey diciéndole:
Usted tiene todo lo que uno podría desear. Debe ser el hombre más feliz del mundo.
Cansado de la adulación de Damocles, el rey Dionisio decidió darle una lección, haciendo una apuesta con el cortesano. Viendo que este deseaba tener la misma suerte que su rey le hizo una oferta:
Muy bien. Intercambiemos nuestras posiciones solo por un día, para que puedas disfrutar de mi suerte.
Esa misma tarde se celebraba un banquete en palacio. Como era de esperar en su nueva posición de rey, Damocles no tardo en comer de manera copiosa y a gozar de su trato como rey durante el mismo. Al terminar la misma, Damocles levanto los ojos, y vio que justo encima de él colgaba una espada sostenida por una crin de caballo. Con horror, se levantó se su asiento y se fue directamente a por Dionisio para abandonar su puesto de rey temporal, diciendo que ya no quería ser tan afortunado.
De esta forma, el auténtico rey hizo entender al cortesano, que podía ser que tuviera grandes placeres y lujos, pero que en cualquier momento eso podía cambiar, y no solamente estos desaparecerían sino que también lo haría su vida. Esa era la responsabilidad de ser rey y que pesaba sobre él cada día.
Hoy en día empleamos el término de la espada de Damocles, a la aceptación que un gran poder y responsabilidad, a su vez también conllevan un enorme riesgo del que hay que ser conscientes. Cuanta mayor es la posición que se tiene, mayor es el cuidado que se debe tener, pues lo que para uno podría ser una simple y ligera equivocación sin consecuencias, para otros podría decidir entre la vida y la muerte.
Es posible que esta curiosa anécdota no hubiera llegado más lejos que a ser una historia de padres a hijos o una de las historias y curiosidades de la ciudad, pero no fue así. Primer Cicerón, sin duda uno de los más importantes autores de la historia romana, leyó la leyenda de la espada de Damocles en la obra Diodoro Sículo y posteriormente su obra Tusculanae Disputationes V. 61-62. Años más tarde, otro gran personaje de la literatura romana, Horacio hizo alusión a la leyenda de Damocles en un poema suyo:
Al que ve pendiente la espada amenazadora sobre su impía cabeza, ni los manjares de Sicilia le regalan con su dulce sabor, ni los sonidos de la cítara o los gorjeos de las aves le incitan al sueño. EI blando sueño de los pobres labriegos se concilia mejor en las humildes cabañas, en las riberas sombreadas por el ramaje o en el valle de Tempe que los Céfiros acarician.
Horacio, Odas, Libro III, 1
Muchas son las formas hoy en día de referirnos a este tipo de presión o responsabilidad, como la famosa por parte de la cultura joven (pese a que es de los años 60 su origen) “Un gran poder, conlleva una gran responsabilidad”, dicha por primera vez en el número 15 de Spiderman. He incluso anterior, porque está inspirada en una cita del expresidente de los Estados Unidos de América, Theodore Roosevelt, que durante la segunda guerra mundial y pocos días antes de su muerte dijo en su último discurso “Hoy hemos aprendido, en la agonía de la guerra, que un gran poder conlleva una gran responsabilidad”.
Como vemos, nadie se salva de la Espada de Damocles, ni se ha salvado de la misma a lo largo de este tiempo. Muchos ellos a lo largo de la historia, vieron como el hilo que mantenía la espada se rompía, y acababa con todo aquello que poseían, incluida su vida. De algunos de ellos hablamos, y seguiremos conociendo, en las sendas del viento.
Sendas del Viento. Historias y personajes que pudiste oír, pero nunca llegaste a escuchar