La navaja de Ockham
La navaja de Ockham es uno de los principios más conocidos y más utilizados en una extensa serie de campos desde la economía, hasta la biología. Su autor, Guillermo de Ockham, es quien dio origen y nombre, a este famoso principio.
¿Quién era Guillermo de Ockham?
Guillemo de Ockham, pese a ser conocido por este principio de economía o principio de parsimonia, también es conocido por algunos como el padre de la filosofía moderna. Todo ello se debe a que fue el pionero de una corriente filosófica conocida como nominalismo, según la que todo lo que existe es particular, en oposición a los que en aquel momento se conocía como universalismo donde se creía todo provenía de la existencia de una verdad universal y eterna que lo determinaba todo.
El principio de la navaja de Ockham
Pero el principio en si del que nace la navaja de ockham, también conocida como navaja de occam, poco tiene de moderno, ya formaba parte de la filosofía medieval, así que no es que él diera con la idea por inspiración divina, sino que la plasmo de una forma filosófica como la conocemos hoy en día y que es fundamental en el enfoque filosófico del Reduccionismo. Dicho principio, tiene un planteamiento muy sencillo, valga la redundancia:
Cuando dos o más explicaciones se ofrecen para un fenómeno, la explicación completa más simple es preferible; es decir, no deben multiplicarse las entidades sin necesidad.
Es decir, no hay necesidad de presuponer que algo más complicado puede ser una mejor solución por ser más complicado, si realmente la forma más sencilla y que funcione es la preferible, no debemos continuar e intentar algo más difícil.
Eso sí, como bien demuestra la ciencia muchas veces, incluso la vida propia, estamos hablando de posibilidades, no de verdades absolutas, y no por ser lo más sencillo, deberá ser la correcta, solamente es más probable que lo sea.
El cuanto a la denominación de navaja de Ockham, esta llego en el siglo XVI y con ella se decía que Ockham “afeitaba como una navaja las barbas de Platón”. La filosofía de platónica estaba llena de entidades, mientras que el principio de Ockham buscaba la simplificación, y eliminar entidades las cuales él consideraba innecesarias.
La Navaja de Ockham: ¿Siempre la solución más simple?
Si bien la Navaja de Ockham nos invita a preferir la explicación más sencilla, esto no significa que siempre sea la correcta. En el mundo de la ciencia, donde las variables son múltiples y complejas, la simplicidad puede llevarnos a subestimar factores importantes. Por ejemplo, en medicina, un síntoma puede tener una causa simple, como el estrés, o una causa compleja y oculta. Aquí, el principio de Ockham se convierte en una guía inicial más que en una regla absoluta.
La historia está llena de ejemplos donde la explicación más simple resultó insuficiente. Galileo desafió las teorías de su época cuando propuso que la Tierra gira alrededor del Sol. Aunque la explicación de un universo geocéntrico parecía más sencilla y acorde con las observaciones del momento, se demostró errónea. Esto nos muestra que la simplicidad es valiosa, pero debe ser respaldada por evidencias sólidas.
La Navaja de Ockham y el pensamiento crítico
La Navaja de Ockham es también una herramienta de pensamiento crítico. Nos permite cuestionar nuestras ideas y despejar las teorías innecesarias que complican la comprensión. En psicología, por ejemplo, cuando buscamos entender el comportamiento de una persona, la explicación más simple puede ser la correcta. Sin embargo, no siempre es suficiente para captar la complejidad humana.
De este modo, aplicar la Navaja de Ockham es aprender a despejar el camino de posibles distracciones, pero sin cerrar la puerta a lo complejo. Nos recuerda que, si bien la explicación más simple suele ser útil, la profundidad y la apertura hacia otras posibilidades son igual de esenciales.
La Navaja de Ockham en la actualidad
Y hasta el día de hoy, incluso con su elevado número de detractores u opositores al principio, sigue siendo uno de los más influyentes y conocidos y que se emplea en disciplinas tan distintas como la economía, la lingüista, o la biología.
Parece simple, cuanto más fácil es algo de hacer, más sencillo será conseguirlo o hacerlo funcionar. No parece una curiosidad, es algo bastante simple, pero realmente la mente humana no lo tiene tan claro, y nuestra natural desconfianza nos lleva a pensar cosas como “No es posible sea tan sencillo” o “debe tener truco”, por poner ejemplos.
Me gustaría pensar, que siglos más tarde, cierto escritor cuyo nombre es prácticamente imposible pase desapercibido para nadie, Sir Arthur Conan Doyle mejoro y doto todavía de mayor significado este principio de la navaja de Ockham, de manera involuntaria. Una frase que para un servidor, ha pasado a su memoria para siempre, y que toma como un principio personal de la vida:
Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad.
Incluso en elementos o escenarios que parecen tan distintos como los tratamiento del Agua, este principio logra dar una solución a los problemas que se plantean. Pocas veces se puede encontrar un principio que situado en tan diversos campos y escenarios, de una respuesta satisfactoria aplicado en cada uno de ellos. Está es quizás una de las grandes virtudes del mismo, y que tan importante de conocer lo hacen.
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