La teoría del desván de Sherlock Holmes

La teoría del desván de Sherlock Holmes

En la novela de Estudio en Escarlata (“A study in scarlet), John Watson quedó sorprendido ante el hecho de que Sherlock Holmes ignorase que la tierra girará alrededor del Sol. Tras explicárselo, Holmes le respondió porque era un conocimiento que no necesitaba, y que además trataría de olvidar.

Entiéndame -explicó-, considero que el cerebro de cada cual es como una pequeña pieza vacía que vamos amueblando con elementos de nuestra elección. Un necio echa mano de cuanto encuentra a su paso, de modo que el conocimiento que pudiera serle útil, o no encuentra cabida o, en el mejor de los casos, se halla tan revuelto con las demás cosas que resulta difícil dar con él. El operario hábil selecciona con sumo cuidado el contenido de ese vano disponible que es su cabeza. Sólo de herramientas útiles se compondrá su arsenal, pero éstas serán abundantes y estarán en perfecto estado. Constituye un grave error el suponer que las paredes de la pequeña habitación son elásticas o capaces de dilatarse indefinidamente. A partir de cierto punto, cada nuevo dato añadido desplaza necesariamente a otro que ya poseíamos. Resulta por tanto de inestimable importancia vigilar que los hechos inútiles no arrebaten espacio a los útiles.

-¡Sí, pero el sistema solar..! -protesté.

-¿Y qué se me da a mí el sistema solar? -interrumpió ya impacientado-: dice usted que giramos en torno al sol… Que lo hiciéramos alrededor de la luna no afectaría un ápice a cuanto soy o hago.[1]

Si tratamos de resumir lo que Holmes intenta decir con su planteamiento, es que el cerebro es un espacio finito donde no todo debería tener espacio para ser introducido. Es evidente que dada la naturaleza del personaje y su sentido del humor mordaz e irónico que podemos apreciar a lo largo de su vida literaria, es más que factible considerar que es una exageración del personaje el afirmar que no conocer que la tierra gira alrededor del sol, pero no debemos quedarnos con el hecho de ser una exageración, sino con lo que nos quiere demostrar.

Vivimos en una sociedad conocida como la sociedad de la información, en la que cada día por distintos medios adquirimos nuevos conocimientos, actualizamos los ya existentes y por otra parte nuestro cerebro olvida aquellos que no utilizamos. Podríamos considerar que no se olvidan, sino que al no utilizarlos, en primer lugar, los tenemos perdidos por nuestro cerebro y que este, de manera consecuente, cuando necesita almacenar nueva información elimina la que él considera es inútil para nosotros.

Es aquí donde reside la magia de esta teoría de Sherlock Holmes (o mejor dicho de su autor Sir Arthur Conan Doyle). Tenemos el control sobre como “amueblear nuestro ático”, porque cada persona lo debe hacer de su forma, no siempre con los conocimientos más caros y selectos, porque realmente lo que lo convierte en nuestro ático es no tener lo más valioso, sino tener aquello que nos hace que nos sintamos como en casa, que tengamos todas las herramientas del conocimiento necesarias para cada uno de nosotros, almacenadas en nuestro cerebro y que solo hagamos espacio y las organicemos para que entren otros conocimientos de igual o mayor valor en nuestro día a día, que nos permitan cada día ser un poco mejores. Puede que no a todo el mundo le interese conocer más sobre la navaja de ockham o estar en la zona, pero para aquel que así sea, este conocimiento debería ser más importante que el hecho que la tierra gire alrededor del sol, porque como bien dice Holmes “Que lo hiciéramos alrededor de la luna no afectaría un ápice a cuanto soy o hago”.

Sendas del Viento.  Historias y personajes que pudiste oír, pero nunca llegaste a escuchar.